Conservaba una mirada azul y algunos rulos de la juventud.
Betty tejia siempre en punto arroz, no porque le gustara, sino porque se confundia charlando y el elástico se le despatarraba.
Siempre siempre tejía el mismo ovillo en el mismo color rosa viejo.
Un año se volvía chaleco, al otro era pullover...al otro se convertía en una madeja toda ondulada por el uso y abuso de las agujas.
Llevaba prendido en el corpiño con alfiler de gancho una medallita de la virgen María.
Y cargaba su eterno rosa viejo en una bolsita gastada de una casa de telas.
Betty tenía gatos grises y hacia pollo con arroz y sin cebolla para mi.
Y el mejor helado de limones caseros en esas maquinas antiguas que se metian en el congelador.
Durante toda su vida tejio una manta, tosca, rústica, solo varetas que iban y venían, con miles y miles de restos.
El ovillo gigante y ondulado rosa viejo fue a parar a esa manta también.
Y no tejió mas.
Betty tenía una caja llena de fotos en blanco y negro guardada en el placard, envuelta con la manta.
Yo siempre le pedía las dos cosas, bajame la manta y la caja de fotos.
Y pasaba horas mirandolas abrigada en un sillon antiguo color verde.
Otra parte del ovillo rosa se transformó en patines para el piso de madera del living.
Cómo me gustaba usarlos, era la única casa que tenía patines para el piso.
Y jugábamos carreras entre la vajilla y la platería.
Porque Betty jugaba a la par mía.
Era como una nena chiquita de mirada azul.
El ultimo restito del ovillo rosa viejo hoy apareció en mis manos por "causalidad"
Revolviendo lanas lo encontré, no alcanza para nada...pero a mi ver esta tan lleno de recuerdos.
La manta fue a parar a mi casa en Baires.
Los patines calculo que se tiraron de gastados.
La caja de fotos vive en mi placard ahora.
Y esa mirada azul de rulos despeinados esta siempre conmigo.
Es increible como las personas que amamos permanecen en nosotros de alguna u otra forma.
Betty era linda y buena como pocas.
Y cargaba eternamente un ovillo gastado color rosa viejo.
Betty era mi abuela.